jueves, 24 de junio de 2010

NIT DE SANT JOAN

Noche del 23 al 24 de junio, noche mágica dónde las haya.

Recuerdo los días previos, recogiendo muebles viejos, palos, telas ajadas que se convertirían en el Juan y la Juana de ese año. Veo como los apilábamos para hacer una hoguera más grande que la del año anterior. Que ardiera durante más tiempo.

La mesa, enormemente larga y repleta de viandas cocinadas con esmero durante todo el día.

- ¡Los niños fuera de la cocina!

Y los petardos, ¿cuántos podríamos comprar con los ahorros que teníamos?
Nervios, risas, carreras, espiar a los vecinos, hacer guardia delante de aquella montaña de enseres ya inservibles.

Al caer el sol, todos nos sentábamos alrededor de aquellos tableros cubiertos con manteles de papel. Las fuentes rebosantes de michirones que van y vienen. Y mi abuela que empieza a contar historias de espíritus que se aparecen esa noche. Algún adulto que le increpa para que deje de hablar de esas cosas delante de los niños, y ella impertérrita, ajena a lo que ocurre a su alrededor continúa con su narración.

Recoger la mesa porque se acercan las doce de la noche, el momento esperado, prender la hoguera y dejar que con ella desaparezca todo lo malo que ha acontecido durante el año. Y cuando apenas quedan rescoldos, saltarlos, al menos tres veces, porque el número ha de ser impar y mayor que uno. Saltarla siete veces nos ‘garantizaba’ un año feliz.

Sentía la magia de la ‘falsa’ noche más corta y aún hoy lo sigo haciendo. Aún ansío que el fuego se lleve lo feo. Hoy sólo es un deseo, la certeza desapareció hace demasiados lustros.

Feliç nit de Sant Joan.
Os dejo con Shakespeare.

Que brille la casa con luz indecisa
junto a la lumbre medio apagada.
Cada duende y espíritu encantado
salte tan ligero corno ave sobre el zarzal.
Y siguiéndome después,
canten y dancen jocosamente.

Primero, ensayad vuestro cántico,
acompañando cada palabra con melodioso trino.
Mano en mano, con gracia hechicera,
cantaremos y bendeciremos este sitio.

Ahora, hasta rayar el día,
que cada hada vague por este hogar a su capricho.
Nosotros iremos a nuestro mejor lecho nupcial,
el cual bendeciremos;
y la familia allí procreada
siempre será venturosa.
Así, la pareja aquí reunida
se tendrá fidelidad de amor.
Y las manchas de manos de Naturaleza
no prenderán en su línea.
Ni granos, ni hocico de liebre, ni cicatrices,
ni señal prodigiosa, como tantas
hacen aborrecer el nacimiento,
se mostrarán en sus hijos.
Con este rocío campestre consagrada,
cada hada se ponga en movimiento
y bendiga las divinas habitaciones
de este palacio con dulce paz.
Reinará mansa quietud
y el dueño será bendito.
Idos lejos; no os detengáis;
nos encontraremos al rayar el día.

A Midsummer Night’s Dream

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bonito tu artículo, y este poema de Shakespeare precioso.
¡Feliz San Juan!

Ana Belchí dijo...

¡¡Gracias!!