Hace ya bastantes años compré el libro La nueva joyería de Carles codina. Cuando lo ojeé pude comprobar que era un ejemplar en el que el autor pretendía salir de los cánones clásicos de la joyería y constatar que hay un nuevo camino en cuanto a materiales y formas. Lo leí y estudié en profundidad y quedé absolutamente fascinada con la parte que dedicó al vidrio.
Hipnotizada con aquellas cuentas, las transparencias, los brillos, las formas… no había caído en la cuenta de que esa parte no había sido escrita por Carles Codina sino por una artesana que se llamaba Susana Aparicio. Así que embrujada por esos trabajos busqué información sobre ella en internet. Y mi gran sorpresa fue descubrir que además impartía clases nada más y nada menos que en el Centre del Vidre de Barcelona.
Casi babeando miraba y remiraba los cursos y los precios, pero por más cuentas que hiciera me era imposible pagarlos. Sin embargo la solución apareció ante mí: en mi trabajo había una partida presupuestaria dedicada a formación y podría alojarme en casa de mi amiga Isabel. Así que después de mucho insistir en el trabajo, conseguí matricularme.
Cuando uno se inscribe en un curso de un artista que no conoce siempre existe la duda de si realmente se cubrirán las expectativas, y las mías eran muy altas.
Con nervios, aparecí allí el primer día y la primera impresión al ver a Susana fue excelente. Era cercana, firme y muy profesional, me hizo sentir confianza en ella desde el primer instante. Y aquello era realmente importante puesto que iba a pasar con ella los próximos cinco días, más de 50 horas con ella.
En ese curso hubo momentos maravillosos, cómo aquel en el que 20 personas nos quedamos en absoluto silencio, absortos, trabajando el vidrio, mientras Susana, con voz firme nos recitaba un poema.
Es fácil ser buena cuando todo anda bien, pero dónde se demuestra la valía de un profesional es en los momentos conflictivos. Aquel grupo que formábamos casi 20 alumnos ha sido de los más difíciles que he visto dentro de un aula, aquello se podría haber convertido en un polvorín a punto de estallar, demasiados egos artísticos que Susana supo apaciguar y tratar.
Su trato con nosotros no se redujo al aula exclusivamente, durante los descansos, almuerzos y comidas Susana estuvo con aquellos que quisimos. Las conversaciones con ella fueron enriquecedoras. Analizó y valoró nuestros trabajos como artesanas, incitándonos a luchar por él. Aquellos días fueron fantásticos en todos los sentidos.
Como artesana, es una activista, siempre en movimiento, inventando y reinventándose. Luchando por la dignidad de la artesanía, por la valoración de un sector que en estos tiempos de tecnología, máquinas y dinero está cada vez más desvalorizado, y sin embargo ella consigue aunar todo eso y ponerlo en el lugar dónde se merece. Además, su trabajo con el vidrio es impactante, sus piezas hablan por sí solas.
De ella aprendí que hay que hacer, al menos, un curso importante al año. Incluso he ‘tomado prestados’ algunos de sus ‘trucos’ didácticos en mis clases.
De Susana resalto su gran humanidad, algo que se echa en falta actualmente. No es egoísta, te cuenta sus secretos, comparte y siempre la he visto con una sonrisa en la boca aunque no tuviera motivos.
Buscad información y regocijaos con su trabajo y su persona.
Susana es todo un lujo.
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2 comentarios:
.... llorar no es siempre malo, sobre todo cuando se caen unas lagrimitas emocionalmente emocionadas.... Gracias Ana.... desde mas allá del corazón. Susana.
Gracias a tí, Susana :)
Besos.
Ana.
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