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miércoles, 2 de junio de 2010

THE BUKOWSKI PROJECT



Tenía pendiente ir a Madrid este fin de semana para ver el Montaje de Mario Gas y Ute Lemper. Desgraciadamente los pases de viernes y sábado se han cancelado. Aunque leyendo esta crítica no sé si me apetece más o menos no poder verlo. En fin, quizás deje Madrid para el próximo fin de semana.

'The Bukowski Project': verdades y mentiras
BORJA HERMOSO - Madrid - 02/06/2010

Lo malo de la velada The Bukowski Project es que la primera y prescindible parte dura hora y media, y ya sabemos que hora y media puede ser una eternidad cuando la cosa no va, y aquí está claro que no va. Lo bueno de esta misma velada es que el espectador que quiera ir al grano en esto de la búsqueda de emociones y carnes de gallina puede hacer tranquilamente sus planes de cena y llegar a las diez menos cuarto de la noche, justo después del descanso, en vez de a las ocho, que es cuando arranca el espectáculo. Nadie le verá y, si le ven, nadie se lo recriminará. Así aterrizará en su butaca justo cuando Ute Lemper ataque los primeros compases de Bilbao Song, pretexto lo suficientemente poderoso como para que cualquier espectador dotado de sentido común salga de su guarida y se plante en un teatro.

The Bukowski Project, programado en los madrileños Teatros del Canal dentro del Festival de Otoño en Primavera (¡nunca se cansará el aficionado de agradecer esta denominación tan fresca y dadaísta para un festival!) es un encomiable y fallido intento de rendir homenaje a la poesía de Charles Bukowski y, a través de ella, a la propia figura del bardo barbudo más borracho de la Historia. Lástima: ni el vitivinícola autor de La máquina de follar ni sus aullidos líricos en busca de un mundo mejor merecían que se les aplicaran estratagemas efectistas del calibre de este show. Mario Gas es un grandísimo director de escena, un actor más que digno y un muy buen gestor, como está demostrando al frente del Teatro Español: eso es tan verdad como que su aparición junto a la Lemper encarnando a ese remedo de Bukowski es forzada, repetitiva, bienintencionada y olvidable. En el teatro, es sabido, cuando algo funciona, conmueve, pero cuando algo se tuerce, molesta. Y el realismo sucio no es buen contexto para formatos extravagantes. He aquí la demostración. Corre el riesgo este espectáculo de incumplir con sus tres potenciales clientelas: los seguidores de la poesía de Bukowski preferirán de largo sus libros, los de la Lemper buscarán más largas y coherentes ocasiones de verla y oírla sobre un escenario, y los asiduos del Festival se estarán todavía haciendo preguntas.

La idea de origen, obra de la propia Ute Lemper, era defendible: entreverar el recitado en castellano de los poemas de Bukowski (Gas) con los canturreos en inglés sobre esos mismos versos (Lemper). Pero ¡ay! Si la teoría y la práctica casaran siempre, esto de los continentes escénicos y sus contenidos sería Jauja. Canta la Lemper con su boca torcida e inmensa, con su voz inacabable y poderosa, y el actor-réplica, Mario Gas, ríe y bebe, bebe y ríe, fuma y fuma, y a la tercera o cuarta vez el muelle de la causa y el efecto deja de rular. Llega el vacío, estalla la impostura y se masca la tragedia, y no precisamente griega, esta vez.

Pasado el mal trago y el deseado descanso (visite nuestro ambigú), surge en escena Ute Lemper, embutida en otro vestido (en un espectacular vestido plisado negro) y más sola que la una, para dicha de su parroquia, que ya intuye el milagro. Y el milagro llega en forma de ese embudo donde se confunden sin tregua los graves y los agudos, de esa gestualidad plagada de dramatismo y 'vis cómica' que habla de espléndidas mujeres malas, de esos chistes sobre España y la crisis, de ese rostro que nos recuerda a Greta Garbo y de esa estética que nos retrotrae a las viejas películas de Wiene y Murnau. Entre el piano de Vana Gierig, el contrabajo de Steve Millhouse y la percusión de Todd Turkisher estallan Bertolt Brecht y Kurt Weill en la voz, en el rostro y en el cuerpo de Ute Lemper, estalla la desesperación de Brel, la magia lumpen de Mackie el Navaja, el cuero negro y el cuchillo entre las manos, la melancolía y la oscuridad, el humor y la tragedia. El milagro se llama Ne me quitte pas o Dans le port d' Amsterdam. El milagro dura tres cuartos de hora y es suficiente para demostrar una vez más la ley no escrita: la ambrosía y los manjares, en dosis leves. Así volvemos la próxima. Y la otra. Y la otra. Volver a Ute Lemper: el eterno retorno.

'The Bukowski Project', con Ute Lemper y Mario Gas. Festival de Otoño en Primavera . Teatros del Canal. Madrid. 1, 2 y 3 de junio. 20 horas.

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