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lunes, 23 de mayo de 2016

NO QUIERO SER PRODUCTO


Pasarte más de dos horas para poder empezar a trabajar con el ordenador porque tu Windows 8 se ha actualizado de manera automática a Windows 10.

Ahora me queda la decisión de volver a la versión anterior del sistema operativo o aprender a moverme por el nuevo. Las dos implican una pérdida de tiempo que no he elegido.

Además si finalmente elijo quedarme con la versión 10 supone que cuando tenga que formatear el equipo (costumbre imprescindible cada seis un ocho meses) tocará instalar de nuevo la versión 8 y actualizar de nuevo a la 10. Más pérdida de tiempo.

Y para acabar si se te ocurre aceptar las opciones predeterminadas de configuración de la nueva versión habrá una monitorización absoluta de tu trabajo ya que accedes a enviar miles de datos de tu manera de trabajar y tus costumbres cibernéticas a Microsoft.

Todo esto (y lo que vendrá) bajo dos aparentemente inocentes premisas: es gratis y nos vamos a ilusionar con ellas.

Señores de Microsoft y similares: ya pagué por mi licencia de Windows 8. No quiero que me regalen algo que ni he perdido ni necesito. No quiero que dispongan de mi tiempo (y por lo tanto de mi dinero) a su antojo.

Tengo claro que en este mundo cuando una gran corporación regala su producto lo está haciendo para que tú (usuario) dejes de ser cliente (con unos derechos) para convertirte en la mercancía.

¡Y yo no quiero ser producto!

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