DE RISA, CARO Y PELIGROSO
Ir de maldito
por la vida
a estas alturas
además de ser muy poco estético
puede salirte por un ojo
de la cara
cuando no de otro sitio.
Sólo escuchar
los precios del mercado
-y no exclusivamente negro-
es para alucinar: quince trompos
por un jodido gramo
más cortado
que el coño de Mae West.
Aunque también
puedes ponerte ciego
de vino peleón,
en cuyo caso
te irás tiñendo de un verde
amarillento
y acabarás soplando una flauta de juguete
en cualquier boca de metro.
Y todo esto,
por supuesto,
sin perpetrar un maldito
poema
ni haber leído
al borrachín
de Baudelaire.
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