Artículo aparecido en El Periódico de Catalunya.
MARK KNOPFLER EXHIBE SU CARA MÁS DELICADA
El antiguo líder del grupo Dire Straits concentró su actuación en el repertorio de sus discos en solitario, inmersiones sutiles en las raíces del folk, el blues y el countrySábado, 24 de julio del 2010 - JUAN MANUEL FREIRE
Si nos paramos a hacer cuentas, veremos que Mark Knopfler ya ha pasado mucho más tiempo de su carrera artística fuera que dentro de Dire Straits. Su producción en solitario, entre discos grabados a su nombre y bandas sonoras, gana en grosor a la discografía (seis álbumes) de la banda que lo convirtió en ídolo del rock en los 80. Es decir, este guitar hero zurdo (como Paul McCartney, como Kurt Cobain) tiene todo el derecho del mundo a basar sus directos actuales en su producción propia y más personal. Y en ella se concentró en su actuación de anoche en el Pavelló Olímpic de Badalona, para la tristeza, quizás, de quienes esperaban una mayor presencia, si no un desfile, de riffs musculosos.
La cara que ayer mostró Knopfler fue, principalmente, la del compositor de las músicas de filmes como Un tipo genial (1983) o La princesa prometida (1987). La de un tipo sensible, conocedor de las tradiciones, amigo del esencialismo, capaz de decir mucho o bastante con solo unas pocas notas. Cuando se dedicaba a jugar con su guitarra, lo hacía sin caer excesivamente en la autoindulgencia. Bajo el brazo, un disco deliberadamente pequeño del que apenas se ha hablado, aunque tenga su valor: Get lucky (2009), colección de números folk de inspiración celta, blues con vistas al country y pop de cámara, en torno a un puñado de grandes personajes de clase obrera que Knopfler ha conocido a lo largo de sus periplos.
Arrancó con el tema inicial de este, Border reiver, con aromas de folclore irlandés. Y a continuación rescató, siempre desde la contención, tres temas de su disco del 2000 Sailing to Philadelphia: What it is; el que le daba título, que en el álbum contaba con voces de James Taylor, y en tercer lugar, Prairie wedding. Hipnosis rítmica con la estimable Hill farmer's blues, de The ragpicker's dream (2002).
BISES ACLAMADOS / Y entonces, la locura. Porque llegó el primer contacto con los éxitos de Dire Straits. Primero, Romeo & Juliet, que fue recibida con alegría, y después Sultans of swing, el tema que nuestro protagonista nunca se librará de tocar en sus conciertos, a riesgo de salir convaleciente. Aunque él ya se encarga de retocar un poco las canciones para no aburrirse con el obligado revival, que también se impuso en la recta final, con bises como Brothers in arms y So far away. Tras el final de Sultans of swing, los aplausos tardaron en apagarse y el público inició un coreo salvaje que Knopfler y grupo, finalmente, decidieron musicar, en un arrebato de buen humor. Arreglos folk para un vocerío futbolero de campeonato.
Knopfler pareció pasarlo bien –no dejó de hacer comentarios jocosos–, igual que sus músicos: el teclista Guy Fletcher (ex Dire Straits), el flautista Michael McGoldrick, Glenn Worf en el bajo... Todos ellos músicos virtuosos, expertos en su oficio, «viejos maestros», como los definió su jefe antes de presentarlos. Virtuosismo y alta fidelidad: todo sonó durante toda la noche transparente como el agua de manantial. En plena efervescencia de baja fidelidad y producción casera, Knopfler vino para reivindicar el lujo sónico.
Today is ethical poorly, isn't it?
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