El verde absoluto es el color más tranquilo que existe: no se mueve hacia ninguna parte y no le acompaña ningún tono de alegría, tristeza o pasión; no pide nada ni invoca nada. Esta permanente ausencia de movimiento es una cualidad que produce un efecto bienhechor en las personas y las almas fatigadas, pero que tras cierto tiempo de reposo puede volverse fácilmente aburrido. Los cuadros pintados con armonías verdes confirman esta afirmación… el verde no produce más que aburrimiento… La pasividad es la nota más característica del verde absoluto, y esta nota se presenta perfumada de crasitud y autosatisfacción. Por eso, el verde absoluto es, en el reino de los colores, lo que en el reino de los hombres la llamada burguesía: un elemento inmóvil, satisfecho de sí mismo y limitado en todas las direcciones. Este verde es como una vaca gorda y muy sana que, capaz sólo de rumiar, observa inmóvil el mundo que le rodea con mirada estúpida e indolente.
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